Un festival inolvidable, flores, guirnaldas, sierras eléctricas y muchas muchas trompetas. Ha llegado el momento de incorporar a la acumulación sin fin de soldados de Satanás que se cuentan con todos los dedos de todos nosotros y ustedes, y nosotros otra vez, del asombroso, mas que brutal, invitado proveniente de alguna región que aun no identificamos con seriedad: Rudolf, El cuerno que quería ser Unicierno.
Se desespera que esta colaboración, llegada con tardía anticipación, haga surgir desde los infiernos mismos del corazón del Magonejo, suficientes bucles temporales telepaticamente capturados de calidad y cantidad suficientes como para no tener que ahogar nuestra cabeza en un balde de arena. Un encuentro que nos hará perder la razón, y la dignidad, afortunadamente.
De todo que se podría enunciar al respecto, y respecto a otras cosas también(realmente es mucho, en serio), moriremos y moriríamos antes de hacerlo. Sin traicionar nunca siempre a la bandera de Truasia. Así es, de Truasia.
Te Desprecio
Horacius
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